Residencias

Contemplar la superficie del mar siempre me ha dejado sin aliento. Quizá por eso me atrae tanto la idea de nadar en aguas gélidas: esa paradoja de sentirlo todo y, al mismo tiempo, no sentir nada. Me fascina cómo el cuerpo, frágil y tenaz, encuentra la manera de adaptarse a temperaturas extremas. Permanecer en la quietud de la nada, envuelto en la vastedad del todo. En ese silencio profundo donde lo único audible es el crujido del propio cuerpo y el pulso del corazón. Es ahí donde habita mi sueño: en un instante suspendido, en apnea bajo el hielo.

Participante: Anónimo

Técnica: acrílico y óleo sobre tabla

Tamaño: 160x160cm

Costo: $ 74,000 MN  $ 4,000 USD

Este sueño lo he tenido dos veces en mi vida. La primera fue la noche anterior a mi primer día de universidad. La segunda, el día de mi graduación. Ambas noches me acosté a dormir bastante nervioso, aunque por razones diferentes: nervioso por mi primer día de clases y nervioso por el discurso de graduación. El sueño fue exactamente igual en ambas ocasiones. Recuerdo muy claramente el “despertar” dentro del sueño: todo se veía amarillento. Estaba acompañado de mis mejores amigos y de mi familia más cercana. Todo era tranquilo, hasta que de repente estábamos en un parque y, a lo lejos, se alcanzaban a ver unas olas gigantescas, un súper tsunami. La gente entraba en pánico y corría por todos lados, gritando ¡Nos vamos a morir!, ¡Ayuda!, Etc…

Lo bonito del sueño es que, en ese mismo parque tan hermoso, comenzábamos a reconfortarnos unos a otros. El momento de nuestra muerte era inminente; no existía forma de sobrevivir. Pero, en vez de seguir en pánico, nos miramos a los ojos, nos tomamos de las manos y esperamos en silencio la muerte. Nunca llegó, claro, porque me desperté.

Participante: Elerick

Técnica: acrílico y óleo sobre tabla

Tamaño: 100x100cm

Costo: $ 40,700 MN  $ 2,200 USD

1- Mi sueño es poder tener alas y tocar las estrellas.

2- La cierva me guió hasta un castillo oculto, cuyas torres parecían tocar las estrellas. Las almenas estaban pobladas por estatuas vivientes, caballeros inmóviles que seguían con la mirada, cada paso que daba en los pasillos mudos. En la gran sala, bajo un dosel de tela lunar, yacía una dama de cabellos de ceniza, dormida en una cama de ramas entrelazadas. Un cuervo blanco posado en su pecho decía, con voz humana: El tiempo aquí no corre, salvo por quien sueña. Despiértala… y el mundo volverá a girar. Pero mis manos temblaban, pues sentía que ese gesto rompería el encanto. La cierva, ahora transformada en doncella, tomó mi brazo y susurró:

“El amor no teme a los ciclos del destino.”

Participante: Auris y Mateo

Técnica: acrílico y óleo sobre tabla

Tamaño: 180x180cm

Costo: $ 88,800 MN  $ 4,800 USD